lunes, 16 de enero de 2017

¿Editaría los genes de su próximo hijo para que fuera mejor que el anterior?

La genética podría permitirnos crear individuos más listos, bellos y longevos. ¿Estamos preparados para este debate ético?

El procedimiento de una prueba genética es muy sencillo: se toma una muestra de saliva y se envía al laboratorio donde se extrae ADN de las células. Hay tests de este tipo para saber la compatibilidad genética con su pareja y evitar en lo posible la afección de dolencias a su futuro bebé; para chequear a los donantes de óvulos y semen; para conocer genéticamente a un embrión antes de su implantación en el útero y para, en fin, anticiparse a un destino genético que cada vez más iremos manipulando para disfrutar de una mayor calidad de vida. Ciertamente, suena a manipular el sino genético con el que vinimos al mundo, pero ningún comité ético cuestiona el tratamiento de enfermedades específicas. “La mayoría de bioéticos distingue sabiamente entre la terapia génica aplicada a células somáticas (no sexuales) y a las reproductivas o germinales”, explica Blanca Laffon, profesora titular de Psicobiología en la Universidad de A Coruña y coautora del libro Terapia génica (CSIC y Catarata). La terapia de células somáticas sigue los mismos principios que las terapias con fármacos habituales, pero los referentes a las células reproductoras son más difíciles de clarificar.

Ampliar información

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.