En
el estudio también se ha concluido que los padres de las niñas les cantaban más
a menudo y hablaban de forma más abierta sobre las emociones, incluyendo la
tristeza, posiblemente porque aceptaban más los sentimientos de las muchachas
que la de los niños, según palabras de la pionera del estudio, Jennifer Mascaro,
antropóloga del departamento de familia y medicina preventiva de la Universidad
de Emory. Los padres de los niños, en cambio, participaban en juegos más
ásperos y usaban un lenguaje más relacionado con el logro (palabras como
orgullo, triunfo o superior fueron las más usadas).
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