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Si algo dificulta la eliminación del VIH
es la capacidad del virus para integrarse en el material genético de las
células que infecta y no dar la cara. Su talento para camuflarse le complica el
trabajo al sistema inmunitario, incapaz de reconocer esas células infectadas y
eliminarlas. Por ello, la investigación avanza hacia una nueva estrategia para
combatir el VIH, la llamada kick and kill: se trata de despertar al
enemigo, hacerlo salir de su escondite y matarlo. Esa es la táctica de guerra
que han usado investigadores del Irsicaixa de Barcelona en su último ensayo
clínico para combatir el VIH. Los científicos han probado que la combinación de
una vacuna terapéutica con un fármaco que hace aflorar el virus escondido logra
que un grupo de pacientes controlen el VIH sin necesidad de que tomen la
medicación antiviral. En el marco de un ensayo clínico, los médicos
suspendieron el tratamiento antirretroviral a un grupo de 13 pacientes y les
administraron la vacuna terapéutica y el fármaco despertador. Los resultados
arrojaron que cinco de ellos han sido capaces de controlar el virus durante más
de cuatro semanas, el tiempo máximo que, según la literatura científica, tarda
en rebotar el virus en el organismo cuando se suspende la medicación antiviral.
El ensayo clínico sigue en marcha y, aunque el virus no ha desaparecido de su
cuerpo —y, por tanto, no se puede decir que estén curados—, los pacientes
llevan entre cinco y 27 semanas controlando el VIH sin tomar tratamiento.
Expertos de todo el mundo creen que
tenemos lo necesario para vencer a la epidemia del sida de aquí a 2030. Los grandes avances
científicos y las lecciones aprendidas a lo largo de los años son la causa
principal de esta confianza. Pero vencer al sida no significa que no haya
nuevas infecciones de VIH. Por el contrario, indica que se puede poner fin a la
epidemia como amenaza para la salud mundial. Para alcanzar este objetivo de
aquí a 2030, los países deberían reducir el número de nuevas infecciones un 90%
respecto al año 2010, explica el Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre el
VIH/Sida (ONUSIDA).
Esto significa no superar en todo el mundo las 200.000 nuevas infecciones
anuales entre adultos antes de 2030.
¿Dónde estamos?
Anualmente, desde 2010,
aproximadamente 1,9 millones de adultos se han contagiado de VIH. Solo en
Sudáfrica, el departamento de Sanidad calcula que este año han debido de
producirse 270.000 nuevas infecciones. El departamento quiere reducir esa cifra
a 100.000 infecciones anuales de aquí a 2022. Queda mucho por recorrer.
De modo que, como hoja de ruta para
vencer al sida en 2030, ONUSIDA ha planteado objetivos a más corto plazo, en
especial para países con tasas de infección por VIH elevadas, como Sudáfrica.
Se conocen como los objetivos 90-90-90, y deben alcanzarse de aquí a 2020. Para
entonces, el 90% de todos los infectados por VIH deberían conocer su estado, el
90% debería estar en tratamiento antirretroviral (TAR), y el 90% de los
sometidos a tratamiento debería alcanzar la supresión viral.
¿Qué utilidad tendrá esto?
Bien, la ciencia ha demostrado que el
TAR no solo mantiene sanos a los contagiados de VIH, sino que también ayuda a
evitar la propagación del virus. Cuando los infectados de VIH toman
correctamente el tratamiento, la cantidad de VIH en su cuerpo se reduce tanto
que es prácticamente imposible que infecten a otros. Esto se denomina supresión
viral. De modo que la tasa de nuevas infecciones por VIH disminuirá
drásticamente si la mayoría de los infectados recibe tratamiento.
La Organización Mundial de la Salud
afirma que solo el 60% de los infectados por VIH en el mundo lo saben.
Sudáfrica va a la cabeza en esto: las cifras publicadas por el departamento de
Sanidad muestran que el 76% de los adultos infectados conocen su situación.
En 2015, el 46% de los infectados de
VIH tenían acceso a tratamiento en todo el mundo, según ONUSIDA. De nuevo, el
porcentaje es más alto en Sudáfica, donde el 65% de los adultos que han dado
positivo en VIH recibe tratamiento, según revelan los datos del Departamento de
Sanidad.
Pero vamos a la zaga en el
seguimiento de si los pacientes que reciben TAR han alcanzado la supresión
viral: las cifras aportadas por el sistema Tyer.net del departamento de Sanidad
muestran que solo hemos medido la cantidad de virus en sangre aproximadamente
del 50% de los pacientes tratados. Los que se han hecho los análisis van bien,
pero para el resto, sencillamente no tenemos ni idea, porque los resultados de
sus pruebas no se han registrado o porque no se les han hecho pruebas.
Este informe especial se centra en qué podemos hacer para
alcanzar los objetivos 90-90-90 y lograr finalmente acabar con la epidemia de
sida de aquí a 2030. Ha habido muchos descubrimientos científicos: las personas
no infectadas pueden tomar fármacos antirretrovirales para reducir el riesgo de
infección, la circuncisión médica de los varones disminuye en un 60% la
probabilidad de que los hombres heterosexuales se infecten, ahora disponemos de
pruebas caseras para determinar si una persona está infectada, y Sudáfrica está probando una vacuna muy prometedora contra
el VIH.
Pero también hay aspectos que se
interponen en el camino hacia la victoria contra el sida. Uno de los objetivos
del ONUSIDA para 2030 es eliminar por completo la discriminación contra los
infectados de VIH. En Sudáfrica, la discriminación sigue estando muy extendida.
Impide que las personas de riesgo se hagan la prueba, o que recojan su
tratamiento en las clínicas. Literalmente, el estigma propaga el virus.
Los avances científicos no significan
nada si los infectados se sienten demasiado avergonzados y demasiado juzgados
como para solicitarlos.
http://www.farodevigo.es/vida-y-estilo/salud/2017/02/16/csic-disena-chip-detecta-sida/1624736.html
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